Las corridas de toros vistas desde el islam

El Parlamento catalán debate sobre si prohibir o no las corridas de toros. Los defensores de las corridas alegan que se trata de una tradición ancestral, parte del patrimonio cultural de la humanidad, en el cual el hombre y el toro se enfrentan en igualdad. Los partidarios de la prohibición alegan que se trata de una sangrienta salvajada, en la cual se tortura de forma innoble a un ser vivo, para puro deleite de las gentes.

¿Cuál sería el punto de vista islámico sobre este asunto? Evidentemente, el Sr. Islam no existe y por tanto no puede darnos su opinión, y yo no represento a nadie más que a mí. Por mi parte, no tengo la menor duda de que el islam está de parte de la prohibición de las corridas. Para ello, me baso en aquellos dichos del Profeta Muhammad en los cuales alentó a tratar bien a los animales, e incluso en el hecho de que prohibió costumbres árabes anteriores en las que los animales sufrían.

El Profeta prohibió a sus seguidores el causar daño a cualquier animal y les pidió que se aseguraran de estar cumpliendo con sus derechos. Los animales tienen su dignidad. En el Corán se dice que tienen alma y que forman comunidades igual que los humanos. Y los versículos 37-38 del capítulo 6 señalan que los animales también accederán al Paraíso.

En una ocasión, Muhammad contó la historia de un hombre que, tras una larga caminata y al sentir sed, bajó a un pozo para beber. Al salir, ve a un perro jadeando de sed que comía barro. El hombre se dice: “este perro está tan sediento como lo estaba yo”, y vuelve a bajar, llena su zapato del agua, lo agarra con sus dientes y vuelve a subir para dar de beber al perro. Dios le agradeció su buena obra y le perdonó los pecados. Le preguntaron entonces “Oh, Muhammad, ¿tendremos entonces una recompensa por ser buenos con los animales?”. El Profeta contestó: “Cualquier bien que se haga a una criatura viva obtiene una recompensa”. Muhammad no distinguía entre hacer el bien a los humanos o a otros seres vivos.

En otra ocasión, el Profeta narró la historia de una mujer que fue arrojada al Fuego del infierno por tratar mal a su gato: no le dio de comer ni de beber mientras lo tuvo encerrado, ni le dejó salir para que se alimentara de insectos y cazara sus presas. Y también prohibió cazar por placer. Dijo: “Quienquiera que mate a un gorrión o a un animal mayor sin respetar su derecho a existir, tendrá que dar cuenta por ello en el Día del Juicio”. Y en otra tradición dice que será el propio pájaro quien le pedirá cuentas por lo que le hizo, y pedirá a Dios que le haga justicia.

Como vemos, los animales tienen sus derechos. El hombre puede usar a los animales para su bien, esto forma parte de sus necesidades naturales, pero no puede usarlos a su capricho: no son bestias sin alma a los cuales se pueda tratar de cualquier modo. Se permite el uso de la piel de los animales para vestirse, pero únicamente de las pieles provenientes del ganado, de los animales muertos de forma natural o de los animales sacrificados para servir de alimento. Hay un hadiz que podría aplicarse hoy en día al uso de las pieles para abrigos de lujo: “No conduzcas en sillas de montar hechas de seda o pieles de leopardo”.

Por si fuera poco, el Profeta prohibió las peleas de animales. Una tradición explica que el Profeta prohibió hacer pelear a los animales entre ellos, debido a que la gente provocaba a los animales para hacerlos pelear hasta que uno de ellos fuera picoteado o desangrado hasta la muerte. En consecuencia, se considera haram (prohibido) consumir la carne de los animales que mueren en estas peleas.

También prohibió el juego de maysir, que consistía en el reparto de las diversas partes de un camello, al cual los participantes lanzaban sus flechas. Ahí donde tocaba cada flecha, esa parte correspondía al flechador. Muhammad prohibió a los arqueros el usar gallinas o animales similares como blancos de práctica. El Profeta se refirió con palabras muy duras a quien utilizaba a un ser vivo como blanco.

Por todo ello, no puedo sino suscribir lo dicho por el escritor Francisco González Ledesma en el Parlamento catalán: «El que pague por ver cómo a un ser vivo y noble le clavan eso debería pedir perdón a su conciencia y pedir perdón a Dios». Y también las palabras de Jesús Mosterín, afirmando que el hecho de ser una tradición ancestral no es una excusa.

También son tradiciones la ablación del clítoris o la costumbre china de vendar los pies de las niñas o la costumbre india de quemar vivas a las viudas, y nadie duda de que deben ser prohibidas. El problema se da cuando miramos con ojos críticos las tradiciones salvajes de los otros y somos indulgentes con las nuestras. Se me dirá, con razón, que en los casos mencionados no se trata de animales, sino de personas. A esto solo puedo contestar: en el fondo de la cuestión está el desprecio de los animales, típico de determinada tradición occidental, y del cual los toros no son más que un ejemplo extremo. Un desprecio que delata una de los rasgos más oscuros de nuestra civilización, del cual los toros son una evidencia.

10 Responses to Las corridas de toros vistas desde el islam

  1. Ernesto dice:

    Buenos días, una vez más me salgo del tema, pero necesito respuestas. Cómo interpretaríamos hoy día este ayat? «En cuanto al ladrón y a la ladrona, cortadles la mano a ambos en retribución por lo que han hecho, como castigo disuasivo ordenado por Al-lâh: pues Al-lâh es poderoso, sabio.» (Qur’án, surat 5, Al-Ma’ida, ayat 38)
    Imagino que no todo en el Corán debe interpretarse literalmente.
    Un saludo

    • abdennurprado dice:

      Estimado Ernesto

      El Corán fue revelado en el siglo VII, en el contexto de una sociedad sin cárceles ni sistema judicial, en el cual el único modo de aplicar justicia era de forma directa. Al hablar de la dimensión jurídica del Corán, lo importante es entender sus objetivos generales, más allá de la letra.

      Sobre el castigo en caso de robo he escrito lo siguiente:

      El castigo en caso de robo

      En cuanto al ladrón y a la ladrona,
      cortadles la mano a ambos en retribución por lo que han hecho,
      como castigo disuasivo ordenado por Al-lâh.
      (Corán 5: 38)

      Este versículo parece tener un sentido claro, unívoco. Pero su aplicación correcta dista de ser sencilla. En una época de carestía el segundo califa ‘Umar ibn al-Jattab prohibió la amputación de manos a los ladrones, con el argumento de que la desesperación y la pobreza justifican el robo. En realidad, quien roba comida porque pasa hambre está cumpliendo con el mandato sagrado de conservar la vida, tratando de satisfacer una necesidad básica. Si el gobernante musulmán se ve impotente para satisfacer el hambre de todos sus súbditos, no tiene derecho a aplicar este castigo, y eso es lo que hizo ‘Umar ibn al-Jattab.

      Comentario de Muhámmad Asad:
      “El rigor extremo de este castigo coránico sólo puede entenderse si se tiene en cuenta el principio fundamental de la Ley Islámica según el cual no se impone al hombre un deber (taklif) sin concederle un derecho (haqq) correspondiente; y el término “deber” conlleva también, en este contexto, el sometimiento al castigo. Ahora bien, uno de los derechos inalienables de todo miembro de la sociedad islámica —sea o no musulmán— es el derecho a la protección (en el sentido más pleno de la palabra) de la comunidad. Como puede verse por muchos de los preceptos coránicos y de los mandatos del Profeta que se encuentran en las Tradiciones auténticas, todo ciudadano tiene derecho a una parte de los recursos económicos de la comunidad y, en consecuencia, a disfrutar de la seguridad social: en otras palabras, le debe ser garantizado un nivel de vida equitativo que sea proporcional a los recursos de que dispone la comunidad.
      Pues, si bien el Corán pone de manifiesto que la vida humana no puede expresarse sólo en términos de existencia física, —pues en última instancia los valores de la vida son espirituales por naturaleza— a los creyentes no les está permitido contemplar las verdades y los valores espirituales como algo que es posible divorciar de los factores físicos y sociales de la existencia humana. En resumen, el Islam concibe y exige una sociedad que provea no sólo a las necesidades espirituales del hombre, sino también a sus necesidades físicas e intelectuales. De ahí se deduce, por tanto, que una sociedad (o estado) —para que sea realmente islámica— debe estar constituida de tal forma que cualquier individuo, hombre o mujer, pueda disfrutar de ese mínimo de bienestar material y de seguridad sin el cual no puede haber dignidad humana, ni libertad real ni, en definitiva, progreso espiritual: porque no puede existir felicidad ni fuerza reales en una sociedad que permite que algunos de sus miembros sufran una pobreza inmerecida mientras que otros tienen más de lo que necesitan.
      Si toda la sociedad sufre privaciones a causa de circunstancias que están fuera de su control (como ocurrió, por ejemplo, en la comunidad musulmana en la primera época del Islam), tales privaciones compartidas pueden convertirse en una fuente de fuerza espiritual y, por medio de esta, en una grandeza futura. Pero si los recursos de que dispone una comunidad están distribuidos en forma tan desigual que ciertos grupos viven en la abundancia mientras que la mayoría de la gente se ve forzada a emplear todas sus energías en la búsqueda del pan diario, la pobreza se convierte en el enemigo más peligroso del avance espiritual, y a veces aparta a comunidades enteras de la conciencia de Al-lâh y las lleva a un materialismo espiritualmente destructivo. Sin duda era esto lo que el Profeta tenía presente cuando pronunció las palabras de advertencia, “La pobreza puede conducir al rechazo de la verdad (kufr)” (recogido por As-Suyuti en Al-Yamii as-Sagir). Por eso, la legislación social del Islam busca crear condiciones en las que cada hombre, mujer y niño tenga
      (a) suficiente para comer y vestirse,
      (b) una vivienda adecuada,
      (c) igualdad de oportunidades y de acceso a la educación, y
      (d) asistencia médica gratuita en la salud y en la enfermedad.
      El corolario de estos derechos es el derecho a un trabajo productivo y remunerativo mientras uno esté en edad laboral y tenga buena salud, y a la provisión (por parte de la comunidad o del estado) de alimentos, cobijo, etc. en casos de incapacidad debida a enfermedad, viudedad, paro forzoso, vejez o minoría de edad. Como ya se ha mencionado, la obligación comunal de la creación de un sistema global de seguridad social de estas características ha sido establecida en muchos versículos del Corán, y ha sido ampliada y explicada en muchos de los mandamientos del Profeta. El segundo califa, Umar ibn al-Jattab, fue quien empezó a traducir estas ordenanzas en un sistema administrativo (véase Ibn Saad, Tabaqat III/1, 213-217); pero después de su prematura muerte, a sus sucesores les faltó la visión y la capacidad política para continuar su labor.
      Es sólo una vez que este sistema de seguridad social contemplado por el Islam está implantado, cuando el Corán impone la severa pena del corte de la mano como castigo disuasivo contra el robo, porque, en las condiciones ya descritas, la “tentación” no puede ser admitida como excusa válida y porque, como en última instancia todo el sistema socio-económico del Islam está basado en la fe de sus partidarios, su equilibrio es extremadamente delicado y precisa de una protección constante y vigilante.
      En una comunidad en la que todos tienen asegurada plena seguridad y justicia sociales, cualquier intento por parte de un individuo de lograr una ganancia fácil e injustificada a expensas de otros miembros de la comunidad debe ser considerado como un ataque contra todo el sistema, y como tal debe ser castigado: y de ahí este mandamiento que establece el corte de la mano al ladrón.
      Debe, sin embargo, tenerse siempre presente el principio mencionado al comienzo de esta nota: a saber, la total interdependencia de los derechos humanos y de sus correspondientes deberes (incluido el sometimiento al castigo). En una comunidad o estado que, por ineficacia o falta de medios, deja de garantizar la plena seguridad social de todos sus miembros, la tentación de enriquecerse por medios ilegales a menudo se vuelve irresistible y, como consecuencia, el robo no puede, y no debe, ser castigado con la misma severidad con que debería castigarse en un estado en el que la seguridad social es una realidad en el pleno sentido de la palabra. Si la sociedad es incapaz de cumplir con sus obligaciones para con todos sus miembros, no tiene derecho a aplicar todo el rigor de la ley criminal (hadd) contra el transgresor, y deberá limitarse a imponer formas de castigo menos severas. (El gran Califa Umar, en aplicación correcta de este principio, suspendió el hadd de la amputación de la mano durante un período de hambre que asoló Arabia durante su califato.)
      Resumiendo, se puede llegar a la conclusión, sin temor a equivocarse, de que el corte de la mano como castigo por robo es aplicable sólo en una situación en la que esté implantado un sistema de seguridad social plenamente operativo, y no en otras circunstancias.
      (hasta aquí Muhámmad Asad)

      Al margen de esta referencia a la Ley islámica, en el último siglo son numerosos los autores musulmanes que han puesto en duda la lectura literal de este versículo. Para entender la razón práctica del hadd en caso de robo hay que situarse en tiempos del Profeta. La existencia de castigos corporales tiene que ver con una comunidad sin cárceles, sin tribunales, sin policía y sin aparato de Estado, que se sostiene unida por un pacto entre iguales. En el contexto de las sociedades carcelarias del siglo XXI pueden ofrecerse alternativas que cumplan el objetivo general de esta aleya (castigar el robo) sin necesidad de aplicar literalmente el corte de la mano.
      En su comentario al Corán del año 1917, el pakistaní Maulana Muhámmad Ali argumenta que la expresión árabe para ‘cortar la mano’ tiene un sentido metafórico, y cita otras expresiones árabes similares, tales como ‘cortar la lengua’, con el significado de ‘hacer callar’. Yusuf Ali, autor de una de las más reputadas traducciones del Corán al inglés , considera que esta aleya tiene un sentido metafórico, y cita como ejemplo la expresión del Evangelio de Mateo: “Si tu mano o tu pie son para ti ocasión de pecado, córtalos y arrójalos lejos de ti” (Mateo 18:8).
      La palabra “cortadles” (faiqta‘o) viene de la raíz “qta” que en árabe significa, además de cortar: inhabilitar, incapacitar, retirar, interceptar, interrumpir, poner fin, no dejar continuar. Aydiyahuma, “las manos”, es un plural en lengua árabe. Significa, como mínimo, dos. Aunque lo normal sería tres, ya que si fueran dos se emplearía la forma dual. Si interpretamos que el verso nos ordena cortar físicamente la mano al ladrón, entonces tenemos un problema grave, pues, por un lado, se nos pide cortar “una” mano; pero por el otro, el verso se esta refiriendo literalmente a “varias manos” (más de dos). El versículo que viene justo después del 5:38 nos informa de que:

      Pero de aquel que se arrepienta después de haber obrado injustamente,
      y rectifique, ciertamente, Al-lâh aceptará su arrepentimiento:
      en verdad, Al-lâh es Indulgente, dispensador de Gracia.
      (Corán 5:39)

      Después de un corte literal de manos, poca indulgencia cabe, lo cual hace pensar que en el Corán se está refiriendo a otra cosa. Para reforzar esta argumentación, Rashad Khalifa y Ahmed Ali citan otro versículo coránico en el cual la expresión ‘cortarse las manos’ parece tener un sentido metafórico: Y cuando las mujeres le vieron [al Profeta Yusuf], quedaron asombradas de su presencia, y se cortaron las manos (Corán 12:31). Aunque los tradicionalistas afirman que esta lectura metafórica es absurda, desde el momento en que las colecciones canónicas de hadices contienen ejemplos de su aplicación literal en tiempos del Profeta. Así pues, la lectura que estos autores proponen conduce a poner en duda todo el corpus de hadices. Y de hecho, Rashad Khalifa es uno de los más conocidos proponentes de la teoría “Corán solo”, que niega toda validez a los hadices.
      Si hay que situar el sentido del versículo por encima de la letra, ¿qué es lo que nos dice? Si recordamos el hadiz según el cual en una comunidad islámica no debe haber ni un sólo hombre que pase hambre, se puede argumentar que el mandato coránico sobre la amputación de las manos no se refiere al que roba por necesidad sino al que roba por codicia o acumula tesoros mientras la población pasa hambre. En ese sentido recordamos el hadiz donde el Profeta dice: “Al-lâh ha establecido las provisiones de los pobres en las haciendas de los ricos. Si existen hambrientos y desnudos, se debe a las transgresiones de los ricos” .
      Hablando en términos contemporáneos, diríamos que el versículo de la amputación de las manos hace referencia más al robo encubierto (llamado de guante blanco) que no al tirón de un bolso. Es aquí cuando se puede comprender la afirmación de que ‘cortar las manos’ significa ‘quitar la posibilidad operativa de…’. Esta aleya estaría entonces en la dirección de la lucha islámica contra los monopolios y la usura (riba): se trata del esfuerzo por cortar los mecanismos que permiten la acumulación de capital en unas pocas manos, una de las causas de la destrucción de la naturaleza y de las desigualdades en el mundo.

      Comentario de Roger Garaudy:
      “No se podría decir más claramente que la lectura del Corán, como igualmente de cualquier texto sagrado, debe ser a la vez histórica y simbólica, no literal. Un ejemplo que muestra a la vez cómo los mensajeros “hablaban al hombre en la historia y mediante parábolas”: la directiva del Corán de cortar la mano del ladrón y de la ladrona (5, 38), es evidentemente una ley ligada a una época histórica determinada en donde, para robar un saco de trigo o una cabra el ladrón tenía necesidad de las manos. Hoy un especulador dictando a su secretaria que cambie un millón de dólares a otra moneda según las fluctuaciones del cambio es una forma más clamorosa, y sin embargo legal, de robo o de lo que el Corán condena bajo el nombre de riba, el dinero ganado sin trabajo y que no exige la utilización de la mano. Pero el carácter simbólico es aún más evidente: bajo su forma simbólica ese versículo nos muestra que hay que quitar al ladrón el medio de robar, como decía Jesús: “Si tu ojo te induce a tentación, arráncatelo”. Esta interpretación del versículo coránico es tanto más evidente que el versículo siguiente (5: 39) añade: “Si uno se arrepiente después de haber obrado impíamente y se enmienda, Dios se volverá a él. Dios es indulgente, misericordioso”. ¿Cómo un Dios que perdona, un Dios misericordioso, podría infligir una pena irreversible que hace imposible el reintegrar el individuo en la comunidad mediante el trabajo y, al contrario, lo hace irremediablemente dependiente e incapaz de colaborar con sus manos en la tarea de la comunidad? Se trata, pues, de una parábola como repite constantemente el Corán: “Dios propone símiles a los hombres. Quizás, así, se dejen amonestar” (Corán 14: 25). Pero el literalista es precisamente aquel que se dispensa de reflexionar.”

      • Ernesto dice:

        Gracias, Abdennur.
        Ya leí ese artículo, pero lo hice después de hacerte la pregunta. Es bastante aclarador.
        También acabo de recibir tu último libro, espero que me aproveche.
        También decir que estoy hasta los mismísimos de los power point que llegan a través del correo, todos de un islamófobo repugnante, llenos de mentiras, medias verdades, manipulaciones, tergiversaciones etc.
        A estos si que les cortaba yo…
        Pura propaganda de guerra. No se dará cuenta esta gente que reenvía esta basura, que están siendo cómplices de futuros genocidios?

  2. Rifeño dice:

    Assalam aleikum, Distinguido y Apreciado Abdennur:

    En efecto, ningún pueblo precisa de formas de crueldad como expresión de identidad, y sólo las mentes perversas, disfrutan del maltrato y tortura de animales.

    Como se dice por ahí, «los toros en el campo y las corridas en la cama.»

    Me complace lo que publicas, Abdennur. Es como una ráfaga de aire fresco cargada de energía positiva.

    Pd. Sr. Ernesto, el hilo conductor denuncia la TORTURA aberrante hecha espectáculo. No empecemos a divagar, para irse por los cerros de úbeda.

    Salam,
    Karim.
    (Desde Melilla)

  3. Laure dice:

    Assalamu Alaykum Abdennur:

    Una vez más, enhorabuena por la elección del tema. Felicidades por el texto y por la «denuncia» de esta práctica absurda y cruel.

    Un saludo

  4. Helena dice:

    A mí personalmente, como antitaurina, la propuesta catalana me parece estupenda. Inchallah acabemos con la tortura animal es España (no sólo las corridas, también las fiestas salvajes de algunos pueblos en los que se maltrata al toro de diferentes maneras).
    Me encanta la postura del Islam hacia los animales!
    Laure, aprovecho para saludarte, te conocí en Alicante,justo después de tu conferencia (concretamente en el aseo).
    Un saludo para todos

  5. jonthana dice:

    EN CADA CORRIDA TAURINA, SOMOS TESTIGOS DE LO BESTIA QUE SOMOS. NO IMPORTA QUE YA HAYA PASADO MUCHISIMO TIEMPO DESDE QUE BAJAMOS DE LOS ARBOLES, PUES LA REFLEXION Y EL ENSIMISMAMIENTO ES AGENO PARA ESTA ESPECIA QUE APLACA O TAL VEZ EXPANDE SU MORBO VIENDO COMO ASESINAN CON TORTURA LA VIDA DE UN ANIMAL INOCENTE. MALDITA LA HORA QUE SE LE OCURRIO ESA IDEA AL MALDITO QUE LA PENSÓ… MIL AÑOS DE OSCURIDAD Y DOS MIL AÑOS EN EL AVERNO ES POCO CASTIGO, PARA UN PENSANTE (O TAL VEZ NO LO SEA). POR DIOS… YA VASTA DE LA BURLA Y LAS CELEBRACIONES ESTUPIDAS COMO LA TAURINA…

  6. Helena dice:

    Pues sí. Y que se acaben de una vez por todas las fiestas populares donde se sueltan vaquillas. Lo que ha pasado estos últimos días, que se ha apalizado violentamente a una vaquilla hasta matarla, debe ser investigado y penado. Esos locos no deberían quedar impunes. Espero que no nos olvidemos del asunto, porque es muy grave.

  7. Siempre yo misma dice:

    Bueno yo encontré este blog precisamente buscando información antitaurina. El problema de España es que como todo esto también lo ha acabado convirtiendo en tema político, en este caso de Cataluña contra España.
    No se atreverán a hacer ningún referéndum porque saben que saldría toros NO.Cuando se lo comparas con la ablación y otras cosas ponen el grito en el cielo, y cuando les dices que todas las tradiciones son defendidas a ultranza, y con razones poderosas por sus practicantes, ya ni te cuento.
    Acostumbro a poner una frase que dice así: Los animales para compañía y para comer, en los dos casos buena vida y muerte rápida. Ni la entienden ni la quieren entender y siguen con las lechugas y si eres vegetariana etc.
    Lo que no entiendo es como pueden decir que los musulmanes son unos bárbaros (aunque pienso que en muchas cosas lo son)y luego defender la fiesta? de los toros. Por intereses económicos puede que en parte, pero por incultura y neuronas atrofiadas seguro que la mayoría.
    Lo del tema político lo digo porque en cualquier tema que postees, sea taurino, velo,etc. los primeros mensajes tratan el tema pero a los pocos acaba siendo, si alguien ha escrito Catalunya o Cataluña.
    Como ya dije en otro tema ni la religión ni la cultura musulmana es la mía, pero en muchas cosas si que por lo menos tienen los pies en el suelo.
    Como hoy día en España año 2010 se puede permitir esto? es inconcebible.
    Una vez uno me respondió(convendrás conmigo que la vida de cualquier ser humano tiene mas valor que la de cualquier animal)lo cierto es que no se a que venia esta respuesta si yo estaba hablando de tortura incomprensible, por lo que al final acabe contestándole: NO LA DE ALGUNOS HUMANOS NO. Si es que al final te cabrean.

  8. Helena dice:

    Bien dicho, Siempre yo misma!

Deja un comentario